martes, mayo 25, 2010

"Jugar a buena"

Hace solo dos pares de días que con un gran tipo, que se hace llamar el "mago pollo", estuvimos en las habitaciones de la clínica en la cual trabajo. Visitamos pacientes terminales y otros a punto del alta; adolescentes y ancianos; simpáticos y amargos. Visitamos tristezas y esperanzas.
Las enfermeras se divertían con los trucos, las chicas de limpieza se sorprendían con cara de niñez y los rudos muchachos de mantenimiento colgaban los guantes y desempolvaban el mameluco para el recreo. Por un rato, desde director al personal de maestranza volvimos a ser niños para dejarnos sorprender por la alegría de no entender y reír de asombro.

Y luego, mientras hablábamos un rato, mientras pasaban despedidas y secretos por nuestra charla, el se tomó un momento más para compartir algo. Mientras le preguntaba como hacía para mantener la "buena onda" ante espectadores que se empeñan en dudar de todo, esos que tratan de persuadir a otros de que no crean en la ilusión y de que no disfruten, él me contestó:

"Viste cuando uno juega al paddle, o a lo que sea y le decís a tu compañero -che, jugamos a buena?- Es como cuando le pedís al otro y vos te sumas a la idea de no tirar pelotas a matar, a no jugar para ganar sino para pasar un buen rato. Son esos juegos en que la pasas bien y hay más tiempo para reírse y compartir. Yo trato de "jugar la vida a buena..." A veces sale, a veces no. A veces tenés un contrincante que no te lo permite y en su desesperada carrera, mientras se mata, quiere matarte. No te enganches. Jugá a buena, la pasás mejor"

Y se tenía que ir, y yo, lo acompañe hasta al entrada y le dije, "Gracias".

Hay gente que vive haciendo magia, cuando se sube al escenario por supuesto, y aún más, cuando las luces se apagan.

http://magopollo1.blogspot.com/

lunes, mayo 24, 2010


La patria hoy saluda desde una historia en que jóvenes madres eran paridas todos los días, como las que hoy son de plaza de mayo. Historia contada en:

olvido de calesitas vacías,
un Dios que para muchos ayuda más o menos o tampoco.
Una historia revuelta de cosas sangradas
en recuerdos sagrados de un corazón de patria vacío.

La lección de la parra

"esto que estas oyendo
ya no soy yo, es el eco,
del eco, del eco
de un sentimiento"
Jorge Drexler



La música cae en tus oídos en sonoro borbotón.

Vos no escuchás nada.

Solo retumba el
eco desde otro tiempo. Como resabios lejanos que van y vienen como el viento. Y desafiás las leyes de la distancia en la irrealidad de una estela de fragancia dejada a paso rápido y perdido. Es como ese brevísimo estado de gracia, o el solo momento disponible del ahora.
Y mi caballo está cansado del ritmo, del de tu canción.
Ya perdí la mesura, creo dejé mi montura frente a tu umbral.

No sé.
¿Cómo ponerlo?
más!
"Claro"

No sé como ponerlo más claro. Mi abuela decía, cuando se sentaba
a la sombra de su parra:" uno solo conserva lo que no amarra"

jueves, mayo 06, 2010

Roland Barthes


"Escribir. Señuelos, debates y callejones sin salida, a los que da lugar el deseo de ´expresar´ el sentimiento amoroso en una ´creación´ (especialmente de escritura)"

Roland Barthes (de Fragmentos de un discurso amoroso)


Según Barthes el significado no está dado por el autor sino más bien por el lector en un proceso de creación activa a través de su propio análisis textual. La apuesta se dobla cuando Barthes esgrime que un texto, para ser ideal, debiera estar abierto a una gran variedad de interpretaciones diferentes. A esto llama "texto reversible". Reversible, significando que éste brinda la posibilidad al lector de ser re escrito o “escribible” desde su experiencia creativa y no solamente “legible”, pues esta última categoría, coloca al texto en un lugar de donde no se puede obtener más que la interpretación que el autor propuso (o impuso).

Y en la tarea de escribir sobre el texto dado, terminé buscando en la variedad de interpretaciones la mía propia. Y esto terminaría llevándome al recuerdo de un sentimiento amoroso que fue literalmente escrito y se abrió paso desde lo literario. El recuerdo me llegó más o menos así:


Año, 2007. Lugar, Watford.

Creo que fue un domingo de septiembre. Estaba solo en mi cuarto y miraba desde mi abulia a través de la ventana. El parque se extendía verde y enorme bajo el sol que había despedido ayer y había recibido sin cerrar los ojos hoy. A mi costado y sobre el escritorio, la laptop continuaba encendida. El exilio completaba ya más de un año y la extraña soledad que me acompañaba se había hecho cotidiana.

Recobré mi vista perdida y la volví a la fría calidez de facebook.
Y la realidad, la bendita realidad, me trajo de nuevo a mi cuarto. No había mucho allí, solo un aparato de ejercicios que compré usado y usé poco; un armario lleno de mi vida desarmada y una pizarra de corcho como mi casilla de emails, aún vacía.

domingo, mayo 02, 2010

Quisiera


Quisiera saber qué quiero y querer lo que sé.

Quisiera que fuera todo más fácil, o tal vez quiero todo y no es fácil.

Quisiera que el amor siempre fuera suficiente, y que baste el amor.

Quisiera dejar de sentir una intranquilizante tranquilidad.

Y vivo queriendo. Porque cuando dejo de querer muero sin morir y vivo sin vivir.