sábado, junio 12, 2010


Si hay cara, hay seca

Si hay Tom hay Jerry

Si hay material hay espiritual.

Y no es que quiera, mediante estas comparaciones de polos, ser poco serio con el tema de lo espiritual, pero sí me propongo ser irreverente y desacralizar el mito de lo santo y lo profano como separados en dos planos diferentes de realidad.

Lo espiritual no se encuentra lejos de lo material, o como a veces proponemos desde la postura del "me la paso rezando" o "vas hasta el cajero y consultás el saldo" como dos situaciones de naturaleza indefectiblemente opuesta. Porque lo espiritual no es la realidad última, ni lo material lo único real.
Y adhiero al cumplimiento de esta postura esquizofrenica cuando al que es demasiado espiritual le hace falta un poco de realidad, de poner los pies sobre la tierra y al que es demasiado materialista le hace falta capacidad para volar.

(Las pantallas más
modernas no pueden hacer
lucir más amplio nuestro horizonte
o llenar la habitación con el aroma del mar)

La realidad (ni primera, ni última, ni la que es jamón del medio...) es tan espiritual y tan material y "tan" tantas cosas más, que supera cualquier categorización mezquina y se acomoda junto a las descripciones incluyentes, amplias y arriesgadas.

No sé si he sido claro o confuso. Tal vez ni uno ni otro. Tal vez un poco uno y otro poco otro. Tal vez espiritual y tal vez material.

domingo, junio 06, 2010

La carta de Sofía


...Me entregó la carta manuscrita y en hojas rayadas. La tinta era negra y la caligrafía prolija y entendible. En el sobre mi nombre y título profesional, en sus labios la indicación de leerla a solas y rezar. Prometo hacerlo.

Sofía escribe bien. Organiza las ideas en forma cronológica, interesante y llevadera. No me costó más que unos minutos recorrer las 9 carillas de historia y sentimientos.
Decidió escribir, porque, según ella, la ayuda a sentirse mejor, le saca un peso que lleva en el pecho. En la carta me cuenta especialmente como fue su último día con Carlos. Relata las horas previas a la extraña sensación que precediera al accidente cerebro vascular. Carlos no tiene más que 40 y está hoy en la unidad de terapia intensiva, a pocos metros de donde escribo. Su vida pende de un hilo.

Los médicos bajaron el pulgar y la familia de Carlos se ha ido a hacer los preparativos necesarios para lo inminente. Sin embargo, allí está ella.
No deja su lugar pues dice tener temor de no estar cuando él decida partir. Penélope esperando un milagro a contracorriente. Julieta desafiando el destino de su Romeo.
Y la magia de la fé envuelta en amor se acomoda a pocos metros míos, mientras me pregunto como comenzaré mi rezo para cumplir con la promesa que le hiciera minutos atrás.