lunes, abril 21, 2008

Puesta de sol en Sudáfrica...


Levanté la vista hacia el horizonte. El sol se estaba ocultando lentamente tras las montañas. Con satisfacción me dije a mi mismo: “Que bueno al fin es sábado”. Nerviosismo, responsabilidades, problemas, compromisos... todo parecía lejano ante la suave paz y esperanza de descanso que el sábado ofrecía.


Llegó la hora del culto y todos nos dirigíamos al “Anderson Hall”. Nuestros hermanos sudafricanos se caracterizan por su fervor en la alabanza. Un culto al que todavía no lograba acostumbrarme del todo, aunque confieso disfrutaba. Entré al salón y mientras escuchanba el servicio de cantos, recordé cuán lejos estaba de casa. Por un momento me sentí extraño. Lejos de mi país, mi idioma, mis amigos... miles de kilómetros y un océano de por medio nos separaban. Tal vez, lo que más me afligía no era todo el tiempo que faltaba para volver a casa sino el océano de dudas y preguntas que me distanciaba de Dios, “¿Por qué hay tantas cosas que no entiendo?, estoy confundido” me repetía.
Absorto en mis pensamientos, y ya sentado, repentinamente llamaron mi atención. Alguien desde el frente había dicho “feliz sábado”. Miré sorprendido al orador de esa noche que se presentó y dijo haber nacido en Argentina, razón por la cual saludaba en castellano. Apenas terminé de escuchar el sermón, el cual disfruté mucho, fui presuroso a saludarlo.

Hablamos un buen rato y me invitó a que lo acompañara al día siguiente en el comedor de “Helderberg College” (colegio en las cercanías de Ciudad del Cabo, Sudáfrica). No sabía que ese habría de ser un almuerzo para no olvidar. Es que no he conseguido olvidar a Humberto.

La mañana de sábado pasó junto con sus cultos. A la hora de comer y allí estabamos conversando con este nuevo conocido. No lo pude evitar, y la conversación giró en torno al momento difícil que estaba pasando como cristiano y como persona. Le conté a Humberto cómo extrañaba el hogar, el país y como, a esto, se le sumaban las dudas y la confusión que me afligía.

Sucedía que apenas había empezado la carrera de teología y mi mente, que tiempo atrás había tratado de controlar o silenciar; ahora no me dejaba tranquilo. Necesitaba respuestas, ayuda, claridad, esperanza, algo faltaba. Humberto me escuchó pacientemente y con interés contestó mis preguntas. Trató de ayudarme con cariño. Recuerdo sus canas y su rostro amable mientras pronunciaba palabras que aún atesoro en mi corazón. Cuánto alivio me trajo su paciencia y su simpleza profunda. No parecía molestarse o sorprenderse con lo que le planteaba. Más bien parecía entender…

No obstante, había algo que yo no sabía acerca de Humberto, algo que supe apenas al final de la charla que mantuvimos por varias horas esa tarde soleada de sábado. Lo que no sabía era que Humberto se apellidaba Rassi y que era el director de educación del sistema Adventista a nivel mundial.

Hacía tiempo que estaba orando por ayuda. Esa semana me había sentido muy mal y le preguntaba a Dios hasta cuándo debería esperar. El Señor que se toma tiempo pero nunca llega tarde vio que el momento había llegado.

Teología no es una carrera fácil. A menudo pensamos que si nos esforzamos y estudiamos mucho vamos a obtener respuestas a casi todos los interrogantes. Hasta incluso podemos pensar que algún libro no leído, o algún profesor no consultado tiene la respuesta que buscamos.

Tal vez no sirva disociar la fé de la razón. Igualmente, tampoco sirve olvidar que necesitamos tener “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumado de la fe” y aceptar que “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, mas las reveladas son para nosotros.”(Heb. 12:2; Deut. 29:29).

Desearía que la esperanza triunfe sobre la desesperación y la fé prevalezca sobre la duda.

Frente a cada dificultad y cada interrogante aun no resuelto quisiera decir como Pablo “¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Rom.1:23). Desde mi necesidad digo: Amén!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias!.
Necesitaba hoy, un mensaje como éste!.
Y como bien decís, Dios "nunca llega tarde".
Y vos tampoco!.
Un beso!

S.E

Anónimo dijo...

Que lindo lo q escribistes, como olvidar sudafrica, tantos recuerdos.. sabes q te ganastes una hermana en ese pais.. Te quiero mucho.

Ferchu

Bell dijo...

God works in mysterious ways... :)