domingo, marzo 20, 2011

Decirte

Palabras que se cruzan, lenguajes que se pierden en locura dormitada.
Los habitantes del silencio, gritan despacio, no saben de torturas,
la habitación del miedo calla de espanto y
se duermen las orquideas en el cuarto contiguo.

No entender es virtud de pocos que disfrutan,
pues al salir la libertad es tanta que oprime. Me gimen los tímpanos,
me suben hasta el último de los pisos de un edificio fantasma. Hay olor a soledad, naftalinas sucias de cajónes anticuados.

Ya no hay nadie, y siguen llegando.
Si llegan a donde van
no hay camino que lleve a alguna parte.
Ya queda poco. Poco como la plata, como si el espacio ahora se comprara al tiempo.
Y cambio mi tiempo por espacio.
Nunca tuve menos.




Lo sé, no decir nada es decirlo todo. Ahora ellos casi lo saben...

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